lunes, 7 de noviembre de 2016

Diario de un egipcio

Lunes:

Hoy me he levantado en medio del desierto donde creía que me había acostado, pero en realidad, estaba cerca de una ciudad que me resultaba conocida. Pronto me di cuenta de que se parecía a mi querida Alejandría. Poco después me di cuenta de que no se parecía nada. Tenía: altos edificios, la gente vestía muy diferente a lo habitual... Y hablaban por un aparato como el que vi ayer.
La gente no parecía feliz. Estaban muy serios, no como acostumbraba a ver. Cuando se cruzaban conmigo me miraban raro y los niños se reían.
Cuando el sol empezó a ocultarse, decidí buscar una posada donde hospedarme aquella noche que presagiaba ser fría. Pero en el momento que entré en aquellos altos edificios, un hombre vestido de rojo me echó. Pero una mujer se apiadó de mí. Me dio un sitio donde alojarme y ropa nueva.


Martes:

La mujer que anoche me dio cobijo me despertó muy temprano. Me hablaba con palabras que no entendía. Era una forma de comunicación muy extraña, como si fuera de otro planeta. Luego se dio cuenta que no conseguía descifrar sus palabras y decidió cambiar su entonación a una mas antigua, que ya conseguí entender. Poco después, me dijo que de dónde venía. Yo le dije que de Alejandría, y le pregunté dónde estábamos. La mujer me dijo que estaba en El Cairo en el año 1984. También me preguntó cuántos años tenía. Yo le dije que tenía 5500, calculando aproximadamente usando el año en el que estaba y en el que nací.

Ella, al ver que me encontraba desorientado, se ofreció a enseñarme la ciudad y a alojarme en su casa. También me daría dinero por hacer tareas en su casa, hasta que consiguiera trabajo y una casa para vivir.


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